domingo, 11 de enero de 2009

Cartel Semana Santa Sevilla 2009


Hasta catorce escenas ha pintado Huguet Pretel en el cartel de la Semana Santa de 2009 sin contar con la expresión tipográfica que define la obra, la letra que salen de una bambalina, lo cual convertirían en 15 los motivos que se han plasmado el artista en el limitado espacio que ha tenido para expresarse y que ayer fue presentado en sociedad en una sede del Consejo que desde hace años se queda chica para este tipo de actos.
Para algunos 15 motivos son una exageración. Para otros, entre los que se encuentra el mismo artista, esta cantidad de ítems convierten la pintura en una ilustración pedagógica o en un retablo barroco con todas las características propias de una obra así: recargamiento y horror al vacío.
Del cartel de Pretel se pueden sacar al menos una decena de magníficos carteles; por ejemplo el de los nazarenos de Los Estudiantes con las reglas y las varas que presiden la obra con una solemnidad apabullante, por ejemplo la misma tipografía salida de manera acertadísima de una bambalina; por ejemplo la tira de monaguillos y monaguillas (sus nietos) que reflejarían por primera vez la presencia de la mujer como parte activa de la Semana Santa (las mantillas de otros carteles determinan a la mujer espectadora, no como participante) y por ejemplo la idea del evangelista (el San Lucas del Museo) dejando constancia de todo lo que ve.
Pero así, con todo esto, unido a los misterios que se representan (hasta nueve) y a la estructura de cuádruple triangulo convergente en el centro la obra crea una sensación no demasiado limpia de lo que se pretende representar. Es el primer cartel en el que se representa al Resucitado, está arriba a la derecha en pequeñito. Huguet dice que lo ha puesto en todo lo alto como fin último que da sentido a la pasión, sin meterse en consideraciones sobre la polémica en torno al lugar que debería ocupar la cofradía.
Hay quien cree que es una estupenda ilustración catequética en la que se puede entender el Evangelio de la Pasión; hubo quien tras verlo recordó aquellas composiciones fotográficas de Arenas de los años 50 en las que se agrupaban las imágenes y también escuché a un experto decirme que un cartel debe dejar al espectador un mínimo papel activo para que entienda lo que el artista quiere sugerir, porque a veces se consigue más con una sugerencia que con una explicación detallada. Lo mejor del cartel es lo que ha disfrutado el artista pintando la obra. A Juan Antonio Huguet se le notaba seguro y satisfecho; y quizá lo menos mejor es que, los que no conocemos al artista esperábamos algo distinto. Al menos un cartel donde no hubiera tantísima gente.

2 comentarios:

LA NIÑA DE LOS MURALES dijo...

¡Que cosa más bonita!

LA NIÑA DE LOS MURALES dijo...

Muchas Gracias amigo. Enlazado queda ;-)